El masaje gay en sí no tiene por qué ser un masaje erótico. Es un masaje realizado por un profesional que se considera gay y recibido por otro hombre que también se considera gay.
Hasta ahí al definición puramente objetiva.
Lo que suele ocurrir cuando se juntan dos hombres gays o más es que aflora el deseo de la sensualidad, el erotismo o, en una palabra más directa, el morbo. Saber que te va a tocar un masajista que es gay y a quien le atraen los hombres te hace pensar que estás en su punto de mira.
Puede ser así o no, pero esta idea está presente, consciente o inconscientemente.
Para el masajista la situación puede ser parecida, aunque su punto de vista es más distante ya que suele atender a varias personas a lo largo del día. No todas las personas le atraen, de modo que afronta el encuentro con una disposición más profesional que lúdica.
Aun así un masaje gay está siempre en el límite del deseo y de la fantasía erótica de lo posible. La imaginación nos nutre y nos alienta, y el morbo forma parte de las emociones y deseos que más nos definen a los gays. Algunas voces —o muchos de nosotros mismos— dirían que somos "viciosos". Refiriéndose, claro está, a lo insaciables que podemos llegar a ser.
Uno de mis amigos me pregunta cada semana "¿qué tal tu trabajo? ¿Algún cliente especial?". Su curiosidad es también insaciable a pesar de mi negativa a contar anécdotas sobre mis masajes profesionales. Si doy alguna pincelada para crear más expectación, luego me tacha de "calientapollas".
En un masaje gay pueden ocurrir una gran variedad de cosas. Así como cada persona es un mundo, cada masaje es un mundo también. Las expectativas, las confesiones, las particularidades de cada cliente hacen de su masaje una experiencia especial para ambos. Para el cliente su masaje puede consistir desde una revelación hasta una experiencia cotidiana, dependiendo de lo que haya vivido anteriormente.
Muchos de mis clientes son asiduos a los masajes eróticos. Acuden a varios masajistas en su ciudad de residencia con una frecuencia mayor o menor.
Desplazarse a Barcelona suele ser un motivo para probar un profesional diferente, una interpretación nueva del masaje erótico.
Cambiar de masajista también puede producir el cosquilleo de la curiosidad. Es como probar otro sabor diferente, nuevo, abrirse a la sorpresa.
Los gays solemos ser personas con una mentalidad muy abierta, proclives a la experimentación, al descubrimiento. Somos pioneros en muchos aspectos. La rutina es una de las cosas que más nos aburren y siempre tenemos las antenas colocadas para detectar novedades en todos los campos que nos interesan.
Te animo a que sigas leyendo. ¡Un abrazo!
Si tienes cualquier duda llámame y hablamos: Paco 676 648 226
Visita también www.pacotantra.com
Hasta ahí al definición puramente objetiva.
Lo que suele ocurrir cuando se juntan dos hombres gays o más es que aflora el deseo de la sensualidad, el erotismo o, en una palabra más directa, el morbo. Saber que te va a tocar un masajista que es gay y a quien le atraen los hombres te hace pensar que estás en su punto de mira.
Puede ser así o no, pero esta idea está presente, consciente o inconscientemente.
Para el masajista la situación puede ser parecida, aunque su punto de vista es más distante ya que suele atender a varias personas a lo largo del día. No todas las personas le atraen, de modo que afronta el encuentro con una disposición más profesional que lúdica.
Aun así un masaje gay está siempre en el límite del deseo y de la fantasía erótica de lo posible. La imaginación nos nutre y nos alienta, y el morbo forma parte de las emociones y deseos que más nos definen a los gays. Algunas voces —o muchos de nosotros mismos— dirían que somos "viciosos". Refiriéndose, claro está, a lo insaciables que podemos llegar a ser.
Uno de mis amigos me pregunta cada semana "¿qué tal tu trabajo? ¿Algún cliente especial?". Su curiosidad es también insaciable a pesar de mi negativa a contar anécdotas sobre mis masajes profesionales. Si doy alguna pincelada para crear más expectación, luego me tacha de "calientapollas".
En un masaje gay pueden ocurrir una gran variedad de cosas. Así como cada persona es un mundo, cada masaje es un mundo también. Las expectativas, las confesiones, las particularidades de cada cliente hacen de su masaje una experiencia especial para ambos. Para el cliente su masaje puede consistir desde una revelación hasta una experiencia cotidiana, dependiendo de lo que haya vivido anteriormente.
Muchos de mis clientes son asiduos a los masajes eróticos. Acuden a varios masajistas en su ciudad de residencia con una frecuencia mayor o menor.
Desplazarse a Barcelona suele ser un motivo para probar un profesional diferente, una interpretación nueva del masaje erótico.
Cambiar de masajista también puede producir el cosquilleo de la curiosidad. Es como probar otro sabor diferente, nuevo, abrirse a la sorpresa.
Los gays solemos ser personas con una mentalidad muy abierta, proclives a la experimentación, al descubrimiento. Somos pioneros en muchos aspectos. La rutina es una de las cosas que más nos aburren y siempre tenemos las antenas colocadas para detectar novedades en todos los campos que nos interesan.
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